Hoy, por fin, después de tanto tiempo me he vuelto a sentir libre. Hoy he sido la dueña de mi destino por un momento. Me he levantado con mal cuerpo, después de haber pasado la mayor parte de la noche rodeada de la oscuridad que encubría mi llanto y mi almohada ahogando mi dolor.
Necesitaba tiempo para mí, estar sola, sentir que el mundo gira a un ritmo aunque yo puedo controlar la parte que me corresponde. Necesitaba descargar mi rabia y el exceso de energía que estos días tan tensos me han generado. Sólo se me ha ocurrido seguir el ejemplo de mis ídolos, que cuando necesitan tiempo para sí mismos salen a correr. No he tenido una idea mejor en muchísimo tiempo. Hace años que abandoné la idea de practicar cualquier tipo de deporte así que mi forma física deja mucho que desear, sabía que me iba a costar, sobre todo los primeros pasos.
Pero ahí estaba yo, en un bonito paseo de un parque importante, vestida con mi chándal de hace años y mi forro polar para combatir este criminal frío. Miro a mi alrededor y veo una continua sucesión de corredores, yo iba a ser uno más en breves segundos. Pongo mi mp3 en marcha, suena "Te extraño" de Luis Miguel. Me río porque de verdad que he pasado los últimos meses soñando con volver a correr, como hace años, sólo por el placer de hacerlo. Sí, echaba de menos salir a hacer jogging y ni siquiera me había planteado volver a él hasta ayer.
Caliento un poco los tobillos porque no es mi intención lesionarme en la primera salida y respiro hondo, dejando que el frío traspase mis pulmones oxidados. Inicio un lento correr, que más vale ir despacio pero pisando sobre seguro. Creía que en los primeros metros caería exhausta por la falta de costumbre pero me he sorprendido a mí misma avanzando más y más. La música, mi acompañante.
En ese momento yo era la dueña de mi universo, yo marcaba las reglas, yo ponía el ritmo... era libre. Y no hay nada más mágico que sentir tu corazón bombear la sangre al ritmo de tu respiración, siguiendo tus pasos. Corazón, pulmones y pies unidos en una hermosa sinfonía que sólo yo puedo escuchar. No hay palabras para describir lo bien que he llegado a sentirme. Corría y el aire rozaba mi piel, sentía mi cuerpo cansarse por el inusual esfuerzo al que le sometía pero por otro lado me pedía más.
La verdad es que no sé si corriendo se descarga adrenalina pero es una sensación similar. El frío debería haber frenado mi carrera pero sabía que eso sería el fin de mi libertad y tenía que forzar la máquina al máximo, hasta no poder más, hasta reventar de agotamiento físico. Ese momento no tardaría en llegar.
Rendida he terminado desplomada en un banco mirando el cielo nublado, ojalá hubiese llovido justo en ese instante, hubiese sido alucinantemente gratificante. Odio la lluvia pero hay momentos en los que necesito que, literalmente, me llueva encima. ¿Por qué? No lo sé, es una sensación que me pide el cuerpo.
Cuando mi corazón ha dejado de latir con esa fuerza descomunal que parecía querer romper mi caja torácica y mi respiración ha regresado a un ritmo normal he emprendido el camino a casa. En silencio. Con los Back Street Boys cantando "Tell me why" en mi reproductor. Me he sentido increíblemente liberada de todas mis cargas emocionales, porque en ese momento sólo importaba yo, nadie más.
Podéis tener claro que volveré a correr muy pronto. Ojalá tenga las fuerzas suficientes para convertirlo en una rutina o, al menos, en un ritual de cuando ya no sé qué hacer con mi vida y necesite sentirme la dueña del Universo, de MI Universo.
Aurora.
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