miércoles, 28 de marzo de 2012

Profesor



Hola seguidores, gracias a todos por no haberme abandonado en este tiempo de autismo. La universidad me tiene frita este curso y ponerme a comentar es mi deseo cada noche, pero el agotamiento también hace mella en esta mente frustrada. Muchas gracias en especial a aquellos que me instan a menudo en retomar mis divagaciones, críticas y chorradas varias que solía colgar antes de mi decadencia mental. Esta entrada se la dedico con todo mi rencor a ese señor que tanto se la merece (sigo haciendo gala de una ferviente necesidad de anonimato).
Él, que camina solitario por los pasillos de la Facultad, ese hombre ridículo con aires infundados de superioridad, sí, ese, ese es al que dedico estas palabras que le describen tras el velo de mis subjetivas retinas. Trajeado y con barba inmaculada, apariencia de higienista consumado que esconde su condición desaseada. Va de crítico experimentado, de profesor idolatrado. ¿Perdón? Con su labor como crítico no me meto, pero ¿buen profesor? ¿Él? Me dan ataques de risa espasmódica si lo pienso con detenimiento.
Probablemente el "equipo matrícula" se me echaría encima si de estas palabras se enterase,  pero ¿qué ha de pensar una alumna que se ha dejado la piel en su asignatura y sólo ha recibido impertinencias y groserías de su parte? ¿Qué he de pensar yo como víctima de su despotismo, de su altivez y de sus atroces injusticias?
Justifico así el poco respeto que guardo a este señor para el que no existo, citando sus propias palabras textuales que dijo a una compañera en la revisión de un trabajo que hacíamos en conjunto. No sé cuál será su excusa para ser tan repulsivamente petulante, tampoco me interesa. Me da pie a que exprese lo que opino sobre él en este blog en el que, entre otras cosas, denuncio la Hipocresía del mundo que me rodea.
Es un placer volver a escribir aquí. Un abrazo enorme a todos los que me seguís a pesar de mi prolongada ausencia.

Aurora

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