Queridos lectores, ayer fue una tarde maravillosa. No os podéis hacer a la idea de lo mucho que me gusta poder ir a una tetería con Philip. Él había odiado siempre el té hasta que, en el corazón de París, probó el té moruno. Es una variedad mucho más dulce que el té británico o el asiático (chino y japonés, principalmente) y, al llevar hierbas aromáticas, le da un regusto mucho más fresco.
Ahora, muy de vez en cuando, nos vamos a una tetería árabe que me encanta y pasamos la tarde de una forma diferente. Unos tés, una cachimba y el relajante sonido del agua fluyendo en la fuente. Las horas vuelan, literalmente. Concretamente, ayer se nos hizo tarde y aprovechamos para pedir unas raciones y cenar.
Siempre insisto en que es un plan barato que merece la pena, pero entiendo la reticencia de la mayoría de la gente a beber té. Por eso propongo ir a una tetería árabe, en la que además te pueden servir café, cerveza, refrescos, copas, cócteles... Una gran variedad para todos los gustos.
Me encanta lo exótico, cada día un poquito más. Me gusta ir a diferentes tipos de restaurantes y probar productos típicos de diversas partes del mundo, esto no implica que me guste todo lo que pido pero ¿cómo voy a saberlo si me niego siquiera a intentarlo? Y una tarde moruna la puedes tener por unos 3€ si pides solo té. Es maravilloso para los bolsillos castigados.
Os animo a hacer planes que os hagan felices, aunque tengáis que negociar para lograrlo.
Aurora