Llevo unos días intentando pensar qué contar, qué escribir o cómo sacar de mi interior todo lo que me abrasa y quema por dentro. Estuve unas semanas fatal, con un bajón que no me permitía sonreír por más que lo intentaba... pero esos fatídicos días pasaron y la semana pasada la consideraba mágica... hasta el viernes que me di cuenta de mi gran error.
Llevo desde tiempos inmemoriales pilladísima de un chico de mi clase, normalmente me pillo unas semanas y se me pasa, con él no. Al principio creía que sería una pillada tonta de unos días y nada más, como tantas otras veces me ha pasado. No ha sido así. Ha querido el destino que me cuelgue realmente de este chico. Mientras todos creían que yo iba tras su amigo, suspiraba en silencio por él, callando todo lo que sentía por miedo a perder una amistad que cada vez cobraba más fuerza entre nosotros.
Muchas semanas han pasado desde ese momento, pero no muchos meses. En este tiempo las muestras de cariño entre ambos han sido más que evidentes, pero estaba claro que solo éramos amigos. Hace hoy exactamente una semana cuando empecé a pensar que entre nosotros podía surgir algo, ¡tonta de mí! Aún me pregunto como he podido ser tan ingenua.
El domingo habíamos quedado un grupo de amigos para dar una vuelta. Como llovía, yo iba por la calle resguardada bajo mi paraguas. Fuimos a tomar algo y en el sitio nos sentamos al lado, no lo planeamos así, simplemente se dió la coincidencia. Estábamos de risas y entre tanto cachondeo hubo un momento que me cogió de la mano y empezó a jugar con mis anillos. Yo le seguí el rollo y le quité el suyo para jugar también con él, todo muy inocente como podréis ver.
Es un sitio en el que te tienes que anotar tú mismo lo que vas a pedir y luego en caja entregas la nota y pagas al mismo tiempo, así que había bolígrafos sobre la mesa. Como estábamos con el cachondeo de las manos le dije que me escribiera algo, respondió que era poco espacio y me estuvo "leyendo la mano". Finalmente, cogió el boli y me dibujó un corazón en la palma, "corazón de telaraña" lo llamó. Yo le seguía todas las coñas y me lo pasé realmente bien. Ya en la calle, se metió bajo mi paraguas y fuimos un trecho abrazados. Bonito recuerdo, ahora que lo pienso.
Durante la semana no solemos hablar mucho pero esta última sí que he pasado más descansos con él de lo que es habitual. Llegó el miércoles y se me mezcló el asco que tengo a un profesor con que él está en otra clase y me cambié. Para no levantar muchas sospechas convencí a unas amigas diciéndoles que con la otra profe aprobaríamos con más nota. 2x1. Notaza y estar aún más cerca de él, me siento un poco estúpida por haber sido tan adolescente en esta última decisión. ¿Dónde queda mi madurez adulta de la que tanto hago alarde?
Jueves normalito, llega el viernes. Solo coincidimos en la clase a la que me cambié por estar cerca suyo. Me siento delante de su mesa, pero estoy girada toda la clase. Mi mano en su mesa, sus dedos sobre los míos, ¿cómo no iba yo a pensar que podía sentir algo por mí? La ilusión creo que me cegó y no me dejó ver lo evidente.
Salimos por la noche, yo quería intentar algo con él, ¿por qué no? El "no" ya lo tenía de todas formas. Pensando cómo acercarme a él (suelo ligar bastante y no quiero que él piense que para mí es solo uno más) me alejé con una chica del grupo para tener más espacio, tenerle tan cerca y con alcohol en sangre no me permitía pensar con claridad. A nuestra vuelta me lo encuentro muy acarameladito con una amiga suya. ¡Mierda!
Se me acercó un chico y empezó a tontearme, me dejé llevar solo por despecho, así no vería cómo se liaba con otra en mis narices. Mantener la compostura me era muy difícil, además yo quería bailar pero mi ligue no me dejaba sola ni un segundo. ¿Qué debía hacer? Irme a casa. Busqué al grupo para despedirme pero no les vi, solo encontré a las dos personas que menos me apetecía interrumpir en ese momento así que pasé y me largué (debo aclarar que un amigo venía conmigo, su noche tampoco estaba siendo idílica). Ya en casa, bastante tiempo después de salir de la discoteca, vi que tenía llamadas perdidas del grupo así que les mandé un sms y me fui a dormir.
Ayer fue un gran día de mierda, él quería hablar conmigo de todo lo que pasó anoche: el alcohol, los amigos, los ligues, la huida... y no podía decirle que era la última persona del mundo con la que quería hablar en esos momentos. Leí por el chat todo lo que quiso contarme, sollozando como una cría sin poder quitarme su imagen de la cabeza, que él aportara algún detalle más tampoco me ayudó nada. Pero claro, somos amigos y él confía en mí, ¿cómo negarle la oportunidad de desahogarse?
Hoy he conseguido deshacerme de su conversación por chat, aún no sé cómo. Si preguntara algo diré que estaba cansada y quitaré hierro al asunto. Ahora lo que me preocupa es cómo debo comportarme con él, me gustaría tanto darle una buena hostia... pero no lo haré, no conseguiría nada y perdería su amistad, lo único por lo que me vale la pena luchar. No quiero perderle del todo, si estamos condenados a la amistad lo aceptaré; a él le terminaré olvidando tarde o temprano y me gustará tenerle en mi vida como amigo, aunque ahora duela.
Aurora.