domingo, 13 de febrero de 2011

Reflexión sobre 'Neura'



Cagada. El otro día se me calentó la boca con este compañero y le solté todo lo que llevaba dentro sin que nada ni nadie puediese hacer algo para impedirlo. Se lo dije de sopetón sin que viniese a cuento y de malas formas, sin medir mis palabras y sin meditar sobre las consecuencias que, inevitablemente, vendrían después. Y ahora ya si que no paro de darle vueltas a la cabeza, intentando hallar la solución mejor pero sin dar con un resultado que me agrade. De momento sé que cuento con un amigo común de ambos que ha tratado de entender mi reacción. También he intentado explicárselo al mejor amigo de este compañero pero espero poder hablar con él más tranquilamente e intentar hallar la solución más favorable. Respecto a los motivos que me llevaron a odiarle (realmente no le odio, pero no sé como explicar lo que siento con palabras menos agresivas) no los tengo claros, no obstante, es muy posible y perfectamente viable que el hecho de que se haya ido alejando poco a poco influya en mi estado. ¿Por qué exploté el otro día? Precisamente por eso, porque no me parece lógico, al menos no ahora con el cabreo que le tengo, que de pasar de mí durante semanas le dé un venazo y venga a inmiscuirse en mis asuntos y mi vida privada... No sé si es suficiente motivo pero me da lo mismo. Llevo días generando un rencor creciente en mi interior hacia él y que viniera a meterse en mi vida privada fue lo que hizo que el vaso se derramara, haciendo alusión al refrán: "Fue la gota que colmó el vaso." ¿Exageré mi reacción? Sin lugar a dudas. No pretendo justificar lo injustificable, de hecho me arrepiento de haber reaccionado de esa forma tan irracional, dejándome llevar por mis emociones y sin pensar en nada más. No es mi estilo. Algo parecido me ocurrió hace no mucho tiempo, claro que en ese caso los motivos estaban algo más claros. Si esto no es más que una réplica de lo que sucedió entonces, quedan 4 meses de no poder ni verle antes de que se me pase todo esto y llegue el día en que me trague mi orgullo y le pida las disculpas más sinceras por mi absurdo comportamiento. Lo que ocurra después no lo sé, eso no puedo basarlo en mis experiencias porque cada persona es un mundo. Pero, sinceramente, no creo que esto vaya a acabar bien. Es difícil pedir un final feliz cuando has metido la pata hasta el fondo y, sobre todo, está el hecho de que no puedo mantener una conversación con él de forma tranquila, midiendo mis palabras y diciendo lo que pienso con tacto. Necesitaría un moderador en la conversación y eso me parece tan fuera de lógica y tan poco adulto que no puedo, siquiera, planteármelo. También hay que tener en cuenta que esto está muy reciente y que lo peor aún no ha pasado. Quedan las preguntas y las respuestas, dar las explicaciones oportunas y toda esta parafernalia que siempre acompaña a los sucesos bruscos e inesperados. Más me valía haber estado callada, si es que no puedo ser tan bocazas aunque sólo sea por amor a la verdad y la sinceridad. Por lo menos debería aprender a utilizar unas expresiones adornadas por el tacto y no un lenguaje tan claro y directo, que hace que mi interlocutor se quede perplejo y sin saber dónde meterse. Soy lo peor que hay, lo sé... ¿para qué negar algo tan obvio?

Aurora.


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