Para qué seguir negando una evidencia que, a día de hoy, me entristece como si fuera reciente, como si todo hubiese pasado ayer. Un 26 de mayo de hace ya 5 años falleció mi abuela. A día de hoy sigo sufriendo y llorando por su pérdida, consumiéndome en un dolor que parece no tener fin.
Estos días he estado sensible, susceptible e irritable porque no estoy bien. Es en estos días cuando más noto su falta, cuando más me entristezco. No puedo olvidar cómo mi cuerpo supo que ella ya no estaba antes de que nadie me diera la noticia.
Era viernes. Soleado. Yo sabía que ella estaba enferma en el hospital, muy grave, pero tenía la esperanza de que se recuperara, que saliera adelante. No cabía en mi la idea de perderla también a ella, no tan pronto... tan solo 8 meses antes había fallecido mi abuelo. No estaba preparada para asumir su pérdida. En menos de un año perdía dos pilares básicos en mi vida. ¿Qué haría yo sin dos de las personas que más me habían ayudado desde el día en que nací? No quería ni pensarlo.
Me levanté mareada y confusa, pero me arreglé para asistir a clase. A eso de las 10 de la mañana estaba llamando a mi madre para que me recogiera porque estaba curvada del dolor de estómago. Me encontraba realmente mal. Fui a casa y me tumbé en el sofá suplicando que mi dolor acabara pronto. Llamaron al fijo y mi madre lo atendió, su serio semblante me alertó. Algo malo había ocurrido. Me miró con lágrimas en los ojos y enseguida supe por qué.
Fuimos a urgencias y me atendieron rápidamente debido a mis lágrimas, que caían furiosamente de mis ojos. No lloraba por el dolor, lloraba porque jamás volvería a ver a mi abuela, pero ni mi madre ni yo fuimos capaces de mencionárselo a los médicos. Dijeron que no tenía nada, que sería nervioso. ¿Nervioso? Premonitorio más bien, ya me pasó algo parecido al fallecer mi abuelo. No sé cómo, pero de alguna manera siento cuándo alguien muy cercano a mi está grave o ha fallecido.
Quise ir al tanatorio, darle mi último adiós, pero no me dejaron. Me quedé triste y frustrada en casa, llorando desconsoladamente y maldiciendo por todos los errores que cometí estando ella en vida. ¿Me habría perdonado? Seguro, era una mujer severa pero con el corazón más grande del mundo. Era la mejor. ES la mejor, lo será siempre.
No la he olvidado, ¿cómo hacerlo? Fuerte, luchadora y severa, capaz de imponerse ante todo y ante todos. Dura, pero tierna a la vez. Se desvivía por sus nietos, nos adoraba, siempre encantada de tenernos tan cerca de ella... prácticamente fue ella la que me crió junto con mis otros abuelos. Perder un abuelo nunca es fácil, menos aún si consideras el hecho de que siempre estuvo a mi lado y que estábamos muy unidas.
Espero que sigas estando tan orgullosa de mi como cuando aún vivías, te quiero abuela.
Aurora.
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