viernes, 14 de octubre de 2011

Madurez



Ya estamos una vez más viviendo al filo de la realidad, sabiendo que lo que deseo es por lo que no debo luchar, a riesgo de perder absolutamente todo lo que me hace feliz y que tanto me ha costado conseguir. ¿De qué hablo ahora? Ni más ni menos que de la madurez, término que en días como hoy desearía pudrir en mi vida.
¿Por qué no ser una inconsciente? ¿Por qué debatirme entre salir a su encuentro o centrarme en forjar un buen futuro? ¿Por qué luchar contra este loco deseo de olvidarme de las responsabilidades y perder muchísimas valiosas horas de estudio?
Muso está aquí, cerca, casi puedo notar su presencia hipnotizando cada rincón móvil de mi ciudad, mientras que yo me condeno a permanecer clavada frente a los apuntes. La gente no comprende el dolor que me corroe las entrañas, ¿cómo van a entenderlo si jamás han vivido algo igual? Solo quien lo ha vivido es capaz de entenderlo.
Prometí buscarle cuando volviese a aparecer, prometí remover cielo y tierra por encontrarle la próxima vez... ¡prometí tantas cosas! No fue en vano, de verdad hubiese ido de no ser por un maldito examen que, una vez más, coarta mi libertad y mis ganas de recorrerme el país entero si hace falta con tal de encontrarle.
Pero, ¿es el destino el que me dice que es mejor que no nos veamos? También he barajado esa opción, y me explico: Philip y yo seguimos juntos, contra todo pronóstico, por lo que ¿qué supondría ver una vez más a Muso? Solo se me ocurren dos opciones tangibles.
   1) Que al verle me dé cuenta que le sigo teniendo mucho cariño, pero que ya no me recorre esa sensación de ser ÉL quien siempre había buscado.
   2) Darme cuenta que tengo el corazón dividido y que no sé hacia quién se inclinará la balanza.
Hoy me recorren la espina dorsal dudas así, totalmente irracionales y sin afán de herir a nadie. Por eso mismo, como ahora me siento bien al lado de Philip y soy más feliz de lo que jamás habría llegado a soñar, voy a centrarme en lo que siento por él, tan real, e intentar olvidar todo lo que supone Muso en mi vida, tan lejos de poder hacerme sentir como lo hace Philip.
¿Qué pasará la próxima vez que Muso venga de visita? No lo sé, pero tengo claro que la balanza se aleja cada vez más de él, por lo que el señor Destino quizá se digne a dejarme ir a su encuentro, sin dudas y sin miedos porque habrá pasado suficiente tiempo para que cada cosa quede fija en su lugar.
Muso vs. Philip. Ganando el segundo.

Aurora.

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