sábado, 22 de octubre de 2011

Sin tiempo



Cada día el curso avanza más y más a un ritmo vertiginoso y llevarlo todo más o menos al día me cuesta un esfuerzo considerable que espero se vea recompensado. Hoy, sin ir más lejos, me he pasado toda la tarde pasando un trabajo del que apenas hemos recibido instrucción sobre cómo hacerlo.
Yo, tan fiel defensora de "los fines de semana están para descansar, no para estudiar", me veo obligada a tragarme mis propias palabras bajo la mirada inquisidora de la responsabilidad. De acuerdo que podría posponerlo para mañana o pasado, pero ¿de verdad voy a renunciar a salir todo un fin de semana pudiendo concentrarlo todo en la tarde del viernes?
Y aún así, mis amigos reclaman mi presencia la mayoría de las veces que salen, porque soy incapaz de sacar más tiempo para ellos. Me gustaría decirles que un fin de semana estaré a su entera disposición, pero ¿es ético no reservar ni un segundo a mi pareja si decido inventarme tener tiempo libre?
Lo más difícil que he hecho en mucho tiempo es compaginar los estudios, con amigos y con la pareja. Claro que, en casi todos estos años previos, al menos uno de esos factores solía fallar, de manera que era muchísimo más sencillo sacar tiempo para complacer a todos. Y me sienta peor que a nadie el salir a una de sus fiestas y tener que ser la primera en irme, cuando ni siquiera han llegado todos...
¡Qué lejos queda aquella época en la que cerraba las discotecas y eso que solo ha pasado un año!

Aurora.

viernes, 14 de octubre de 2011

Madurez



Ya estamos una vez más viviendo al filo de la realidad, sabiendo que lo que deseo es por lo que no debo luchar, a riesgo de perder absolutamente todo lo que me hace feliz y que tanto me ha costado conseguir. ¿De qué hablo ahora? Ni más ni menos que de la madurez, término que en días como hoy desearía pudrir en mi vida.
¿Por qué no ser una inconsciente? ¿Por qué debatirme entre salir a su encuentro o centrarme en forjar un buen futuro? ¿Por qué luchar contra este loco deseo de olvidarme de las responsabilidades y perder muchísimas valiosas horas de estudio?
Muso está aquí, cerca, casi puedo notar su presencia hipnotizando cada rincón móvil de mi ciudad, mientras que yo me condeno a permanecer clavada frente a los apuntes. La gente no comprende el dolor que me corroe las entrañas, ¿cómo van a entenderlo si jamás han vivido algo igual? Solo quien lo ha vivido es capaz de entenderlo.
Prometí buscarle cuando volviese a aparecer, prometí remover cielo y tierra por encontrarle la próxima vez... ¡prometí tantas cosas! No fue en vano, de verdad hubiese ido de no ser por un maldito examen que, una vez más, coarta mi libertad y mis ganas de recorrerme el país entero si hace falta con tal de encontrarle.
Pero, ¿es el destino el que me dice que es mejor que no nos veamos? También he barajado esa opción, y me explico: Philip y yo seguimos juntos, contra todo pronóstico, por lo que ¿qué supondría ver una vez más a Muso? Solo se me ocurren dos opciones tangibles.
   1) Que al verle me dé cuenta que le sigo teniendo mucho cariño, pero que ya no me recorre esa sensación de ser ÉL quien siempre había buscado.
   2) Darme cuenta que tengo el corazón dividido y que no sé hacia quién se inclinará la balanza.
Hoy me recorren la espina dorsal dudas así, totalmente irracionales y sin afán de herir a nadie. Por eso mismo, como ahora me siento bien al lado de Philip y soy más feliz de lo que jamás habría llegado a soñar, voy a centrarme en lo que siento por él, tan real, e intentar olvidar todo lo que supone Muso en mi vida, tan lejos de poder hacerme sentir como lo hace Philip.
¿Qué pasará la próxima vez que Muso venga de visita? No lo sé, pero tengo claro que la balanza se aleja cada vez más de él, por lo que el señor Destino quizá se digne a dejarme ir a su encuentro, sin dudas y sin miedos porque habrá pasado suficiente tiempo para que cada cosa quede fija en su lugar.
Muso vs. Philip. Ganando el segundo.

Aurora.

domingo, 9 de octubre de 2011

Sin explicación posible



Día increíble, de esos que podrían pasar a la historia, pero una lástima que todo se estropeara en grado máximo al caer la noche. Típico día que no sales de la cama, no por vaguear, sino por estudios. Me toca leer un libro en castellano antiguo, así que ese ha sido mi estudio de hoy.
Por la tarde me ha llamado Philip para decirme que en Terracita's se hacía una barbacoa. Asaltan mi mente los recuerdos de esos mágicos días en una playa levantina, ese miércoles haciendo una barbacoa a orillas del mar... Quería ir, pero esa sensación de "quiero y no puedo" es desgarradora.
A solo 30 páginas de terminar el libro lo he dejado aparte, arreglarse y toda la historia tampoco me ha llevado mucho tiempo pero sentía en mi fuero interno que me estaba equivocando, no era mi día para salir a la calle y yo empezaba a saberlo aunque decidí ignorar lo que las corazonadas me advertían.
Terracita's ha sido un suplicio, no por mis amigos que son geniales, sino porque no tenía ni fuerzas, ni ganas, ni motivación para estar de fiesta. Mi sitio estaba en la cama, calentita bajo las sábanas y libro en mano. ¿Por qué no haré caso a lo que me dicta el corazón? Además que terminé mal con Philip porque llevaba un cabreo considerable, fruto de ignorarme a mi misma, la falta de ganas de estar allí, y el frío que tenía.
Y cuando ya no podía más y cansada de retener unas lágrimas irracionales que no podía mostrar por no poderlas explicar, cogí la puerta y me fui. Pillé el último autobús y me vine al barrio. Bajaba rápido una cuesta porque no quería retrasar más mi llegada a casa, lo único que quería hacer era meterme en la cama y leer hasta caer dormida. Y entonces apareció como una exhalación.
Se cruzó en mi camino con una sonrisa pintada en el rostro y me saludó, con intención de darme dos besos. Se los dí, puñetera educación, ya podrías abandonarme en momentos así. Tenía intención de retenerme para preguntarme "qué tal" pero no la di opción, dije que tenía prisa -que era cierto, prisa por meterme en la cama- y que ya hablaríamos. JÁ, no tengo nada que hablar con ella.
No sé quién se cree que es para decirme que me tiene un asco que se muere y cosas de ese estilo, pegarnos hasta que una multitud nos separó y ahora, año y medio después saludarme como si nada... no, hija, no, en mi vida las cosas no funcionan así.
Ni olvido, ni perdono, esa es mi ley.

Aurora.

viernes, 7 de octubre de 2011

Más que idolatría



Cansada de escribir siempre sobre lo dura que llega a ser la vida me dispongo a contaros ahora lo que pasó hace 3 años en una concurrida plaza de una gran ciudad.
Lunes era. No vivía con mis padres en esa época, lo hacía con mis abuelos maternos -de los que nunca he hablado en el blog- por razones que no vienen al caso. Llegué a casa después de un duro día en el instituto, lo recuerdo bien. Mi tía vino muy alegre y me dijo: "Los chicos de la tele están aquí, firman discos en la plaza". Escueto mensaje pero la entendí a la perfección.
Hablaba de ELLOS, esos chicos que podían hipnotizarme durante horas frente al televisor, esos cuyas canciones empezaban a grabarse muy dentro de mi ser. Tardé apenas unos minutos en comer, cambiarme de ropa y salir escopetada a aquella plaza. Fui sola, pero no me importó, os habréis dado cuenta que estoy acostumbradísima a lidiar con todo sin ayuda, ya sea positivo o negativo.
En la cola conocí a una chica muy simpática y en seguida empezamos a hablar -aún hoy mantenemos el contacto a pesar de que no es de mi ciudad-, pasamos unas tres o cuatro horas en las que conocimos a muchísima más gente. Me sentía en mi sitio, rodeada de unas 5000 personas que sentían lo mismo que yo. Ese día fue el comienzo de un voraz fanatismo que sigo sintiendo a día de hoy.
Y llegó el momento en el que ELLOS hicieron su triunfal aparición, y la ciudad entera temblaba bajo el griterío que allí se concentró. Si cierro los ojos puedo volver a sentirlo, a oírlo, a vivirlo... Esa fue la primera vez que vi a Muso, y a partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo para mi.
Han pasado 3 largos años, nadie lo duda, 3 años desde que me quedé a escasos metros de poder abrazarles, de tenerles tan cerca que fuesen capaces de oír los latidos de mi desbocado corazón. Desde ese día no he vuelto a tener oportunidad igual, salvo aquella vez (11-noviembre-2009) que Muso me cogió la mano y me sonrió y cuando al día siguiente me reconoció en un plató de televisión. Imposible olvidar esos instantes que me colmaron de felicidad.
Sé que Muso vuelve pronto a mi ciudad y una vez más no podré ir a su encuentro, la desazón que siento nadie es capaz de imaginarla.

Aurora.

sábado, 1 de octubre de 2011

Abuelo



Siento esta desaparición, pero me obligo a mi misma a volver a escribir sobre el dolor y esta carga que tanto me pesa en el alma. He tenido un día de perros, fingir que todo estaba bien en mi vida ha sido totalmente imposible. Compañeros y amigos veían que algo fallaba pero no lograban deducir el qué.
Hoy se cumple el sexto aniversario del fallecimiento de mi abuelo, mi padrino, un gran pilar en mi vida. Cada año intento ocultar el dolor que me agarrota el corazón y evitar transformar mis ojos en caudalosos manantiales, pero ninguno lo consigo. Él fue tan importante en mi vida que su pérdida sigue doliendo como si no hubiese pasado el tiempo, si no lo pienso no duele, pero hay fechas en las que me es imposible huir de mis propios sentimientos.
Hay gente que no se cree que derrame mis lágrimas, aún hoy, por hechos como este. La gente me tiene como la insensible de turno, un ser despiadado, vil y sin corazón, creo yo, porque si no es así, no me explico la razón de su incredulidad. Bien, señores, no me conocéis, creéis conocerme pero solo veis un espejismo de mi misma y hasta que no decidáis ver qué hay más allá no podréis opinar sobre lo que se cuece en mi interior.
Pero esta entrada va por ti, abuelo, porque jamás olvidaré las noches en el jardín mirando la luna y las estrellas, los tiempos de vendimia, los inviernos en los que me dormía mirando el fuego en la chimenea... ¿Qué habría sido de mi si no te hubiese conocido? Los retazos que acuden a mi mente al pensar en mi infancia son estos, a tu lado, también con la abuela.
¿Qué hay de malo en haberse criado con sus abuelos? Vuestra falta me dolerá por siempre.

Aurora.