lunes, 28 de febrero de 2011

Semana de engaño.



Llevo unos días intentando pensar qué contar, qué escribir o cómo sacar de mi interior todo lo que me abrasa y quema por dentro. Estuve unas semanas fatal, con un bajón que no me permitía sonreír por más que lo intentaba... pero esos fatídicos días pasaron y la semana pasada la consideraba mágica... hasta el viernes que me di cuenta de mi gran error.
Llevo desde tiempos inmemoriales pilladísima de un chico de mi clase, normalmente me pillo unas semanas y se me pasa, con él no. Al principio creía que sería una pillada tonta de unos días y nada más, como tantas otras veces me ha pasado. No ha sido así. Ha querido el destino que me cuelgue realmente de este chico. Mientras todos creían que yo iba tras su amigo, suspiraba en silencio por él, callando todo lo que sentía por miedo a perder una amistad que cada vez cobraba más fuerza entre nosotros.
Muchas semanas han pasado desde ese momento, pero no muchos meses. En este tiempo las muestras de cariño entre ambos han sido más que evidentes, pero estaba claro que solo éramos amigos. Hace hoy exactamente una semana cuando empecé a pensar que entre nosotros podía surgir algo, ¡tonta de mí! Aún me pregunto como he podido ser tan ingenua.
 El domingo habíamos quedado un grupo de amigos para dar una vuelta. Como llovía, yo iba por la calle resguardada bajo mi paraguas. Fuimos a tomar algo y en el sitio nos sentamos al lado, no lo planeamos así, simplemente se dió la coincidencia. Estábamos de risas y entre tanto cachondeo hubo un momento que me cogió de la mano y empezó a jugar con mis anillos. Yo le seguí el rollo y le quité el suyo para jugar también con él, todo muy inocente como podréis ver.
Es un sitio en el que te tienes que anotar tú mismo lo que vas a pedir y luego en caja entregas la nota y pagas al mismo tiempo, así que había bolígrafos sobre la mesa. Como estábamos con el cachondeo de las manos le dije que me escribiera algo, respondió que era poco espacio y me estuvo "leyendo la mano". Finalmente, cogió el boli y me dibujó un corazón en la palma, "corazón de telaraña" lo llamó. Yo le seguía todas las coñas y me lo pasé realmente bien. Ya en la calle, se metió bajo mi paraguas y fuimos un trecho abrazados. Bonito recuerdo, ahora que lo pienso.
Durante la semana no solemos hablar mucho pero esta última sí que he pasado más descansos con él de lo que es habitual. Llegó el miércoles y se me mezcló el asco que tengo a un profesor con que él está en otra clase y me cambié. Para no levantar muchas sospechas convencí a unas amigas diciéndoles que con la otra profe aprobaríamos con más nota. 2x1. Notaza y estar aún más cerca de él, me siento un poco estúpida por haber sido tan adolescente en esta última decisión. ¿Dónde queda mi madurez adulta de la que tanto hago alarde?
Jueves normalito, llega el viernes. Solo coincidimos en la clase a la que me cambié por estar cerca suyo. Me siento delante de su mesa, pero estoy girada toda la clase. Mi mano en su mesa, sus dedos sobre los míos, ¿cómo no iba yo a pensar que podía sentir algo por mí? La ilusión creo que me cegó y no me dejó ver lo evidente.
Salimos por la noche, yo quería intentar algo con él, ¿por qué no? El "no" ya lo tenía de todas formas. Pensando cómo acercarme a él (suelo ligar bastante y no quiero que él piense que para mí es solo uno más) me alejé con una chica del grupo para tener más espacio, tenerle tan cerca y con alcohol en sangre no me permitía pensar con claridad. A nuestra vuelta me lo encuentro muy acarameladito con una amiga suya. ¡Mierda!
Se me acercó un chico y empezó a tontearme, me dejé llevar solo por despecho, así no vería cómo se liaba con otra en mis narices. Mantener la compostura me era muy difícil, además yo quería bailar pero mi ligue no me dejaba sola ni un segundo. ¿Qué debía hacer? Irme a casa. Busqué al grupo para despedirme pero no les vi, solo encontré a las dos personas que menos me apetecía interrumpir en ese momento así que pasé y me largué (debo aclarar que un amigo venía conmigo, su noche tampoco estaba siendo idílica). Ya en casa, bastante tiempo después de salir de la discoteca, vi que tenía llamadas perdidas del grupo así que les mandé un sms y me fui a dormir.
Ayer fue un gran día de mierda, él quería hablar conmigo de todo lo que pasó anoche: el alcohol, los amigos, los ligues, la huida... y no podía decirle que era la última persona del mundo con la que quería hablar en esos momentos. Leí por el chat todo lo que quiso contarme, sollozando como una cría sin poder quitarme su imagen de la cabeza, que él aportara algún detalle más tampoco me ayudó nada. Pero claro, somos amigos y él confía en mí, ¿cómo negarle la oportunidad de desahogarse?
Hoy he conseguido deshacerme de su conversación por chat, aún no sé cómo. Si preguntara algo diré que estaba cansada y quitaré hierro al asunto. Ahora lo que me preocupa es cómo debo comportarme con él, me gustaría tanto darle una buena hostia... pero no lo haré, no conseguiría nada y perdería su amistad, lo único por lo que me vale la pena luchar. No quiero perderle del todo, si estamos condenados a la amistad lo aceptaré; a él le terminaré olvidando tarde o temprano y me gustará tenerle en mi vida como amigo, aunque ahora duela.

Aurora.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Verano 2010. Primer día de vacaciones en una playa levantina.



¡Hola bloggers!
Debo comentar antes de exponer aquí mi anécdota de la que venía a hablaros que el tema de 'Neura' se solucionó favorablemente. Al final terminé reconociendo mi error al "odiar" al susodicho compañero y quedamos de nuevo como amigos, ¿decisión correcta? Así es para el resto del mundo pero no lo tengo tan claro si también lo es para mí, en fin, tengo toda una vida para meditarlo...
Y ahora demos comienzo a lo que realmente quería escribiros:

"Verano 2010. Primer día de vacaciones en una playa levantina.
Empezamos bien (irónicamente), como cada año con una estúpida discusión a la hora del desayuno sobre temas irrelevantes. Harta ya de las vacaciones en familia, y eso que no hacían más que empezar, me dispongo a salir de casa con tal de perder a todo el mundo de vista por unas horas. No llevo móvil, sólo las llaves en la mano. Pongo rumbo a la playa, con la idea de pasear por la orilla por tiempo indefinido. Empiezo a pasear y me asqueo sólo de notar la arena pegándose a mi piel pero sigo adelante. Me planteo por qué la gente ama tanto ir a la playa. Yo lo odio. Odio la playa. Me da asco la arena, me da asco la sal del mar, y me dan asco las algas. No me consuela saber que con una ducha volveré a estar impecable. Pero aun así, he decidido ir a pasear... lo que sea con tal de no ver a mi familia y en este Infierno que me toca vivir cada verano es lo único que hay... ¡¡¡menudo consuelo!!! "Muchacha, respira hondo, que solo es el primer día y aún nos quedan dos meses de vacaciones"-me digo a mí misma. ¿Es que mis padres no se dan cuenta que dos meses en el mismo sitio son para morirse? Dos meses viviendo en la más absoluta soledad, sólo mi "amada familia" y la playa... ¡¡¡menudo planazo!!! Para morirse. Camino por la orilla absorta en mis pensamientos, pensando lo mucho que odio ese recóndito rincón en el que estoy obligada a veranear y lo mucho que disfrutaré el día que me pueda permitir unas vacaciones donde YO quiera... lejos de allí, muy lejos... eso lo tengo claro desde los 10 años.  No pisaré jamás ese suelo una vez logre independizarme. Y pensando y pensando, caminando y caminando han pasado dos horas y estoy volviendo a casa sin siquiera haberme dado cuenta. Por el camino me cruzo con mi familia, ¿se les habrán bajado ya los humos? Eso parece. Me convencen (a base de amenazas) para volver con ellos a la arena y al mar... me recuerdan a las sirenas de Homero, si abren la boca estás perdido. Vuelvo a regañadientes y echando maldiciones a todo aquel que osa mirarme más de una milésima de segundo sin pestañear. Estoy cabreada. Mucho. Esa noción de cabreo que solo experimento cuando llega el verano y me voy de "vacaciones". Decido irme al mar porque siento que voy a desmayarme de un golpe de calor como no entre en remojo pronto. Mi hermana me acompaña. Somos un espectáculo andante, o nadante si me aceptáis el término. Llevamos el pelo recogido con pañuelos y las gafas de sol puestas, y nos adentramos más y más en el mar rumbo a la boya porque nos ha dado por ahí. Llegamos exhaustas a nuestra meta, queda volver... A medio camino entre la boya y la orilla me paro bruscamente y miro el fondo marino con cara de sorpresa. Mi hermana pregunta: "¿Qué? ¿Un tiburón?" Y me sonríe maliciosamente. Respondo: "Qué va, ¡una piña!" Me mira y pregunta: "¿Una piña debajo del mar?" Nos miramos y sin poder contenernos exclamamos a voz en grito: ¡¡¡BOB ESPONJAAAA!!! Reímos sin parar, procurando no ahogarnos del esfuerzo y tratando de llegar a nado a la orilla... Con mucho esfuerzo, y tras tragar bastante agua, lo logramos. Ya he tenido mucha playa por hoy. Recojo mis llaves y me vuelvo a casa."

Aurora.

domingo, 13 de febrero de 2011

Reflexión sobre 'Neura'



Cagada. El otro día se me calentó la boca con este compañero y le solté todo lo que llevaba dentro sin que nada ni nadie puediese hacer algo para impedirlo. Se lo dije de sopetón sin que viniese a cuento y de malas formas, sin medir mis palabras y sin meditar sobre las consecuencias que, inevitablemente, vendrían después. Y ahora ya si que no paro de darle vueltas a la cabeza, intentando hallar la solución mejor pero sin dar con un resultado que me agrade. De momento sé que cuento con un amigo común de ambos que ha tratado de entender mi reacción. También he intentado explicárselo al mejor amigo de este compañero pero espero poder hablar con él más tranquilamente e intentar hallar la solución más favorable. Respecto a los motivos que me llevaron a odiarle (realmente no le odio, pero no sé como explicar lo que siento con palabras menos agresivas) no los tengo claros, no obstante, es muy posible y perfectamente viable que el hecho de que se haya ido alejando poco a poco influya en mi estado. ¿Por qué exploté el otro día? Precisamente por eso, porque no me parece lógico, al menos no ahora con el cabreo que le tengo, que de pasar de mí durante semanas le dé un venazo y venga a inmiscuirse en mis asuntos y mi vida privada... No sé si es suficiente motivo pero me da lo mismo. Llevo días generando un rencor creciente en mi interior hacia él y que viniera a meterse en mi vida privada fue lo que hizo que el vaso se derramara, haciendo alusión al refrán: "Fue la gota que colmó el vaso." ¿Exageré mi reacción? Sin lugar a dudas. No pretendo justificar lo injustificable, de hecho me arrepiento de haber reaccionado de esa forma tan irracional, dejándome llevar por mis emociones y sin pensar en nada más. No es mi estilo. Algo parecido me ocurrió hace no mucho tiempo, claro que en ese caso los motivos estaban algo más claros. Si esto no es más que una réplica de lo que sucedió entonces, quedan 4 meses de no poder ni verle antes de que se me pase todo esto y llegue el día en que me trague mi orgullo y le pida las disculpas más sinceras por mi absurdo comportamiento. Lo que ocurra después no lo sé, eso no puedo basarlo en mis experiencias porque cada persona es un mundo. Pero, sinceramente, no creo que esto vaya a acabar bien. Es difícil pedir un final feliz cuando has metido la pata hasta el fondo y, sobre todo, está el hecho de que no puedo mantener una conversación con él de forma tranquila, midiendo mis palabras y diciendo lo que pienso con tacto. Necesitaría un moderador en la conversación y eso me parece tan fuera de lógica y tan poco adulto que no puedo, siquiera, planteármelo. También hay que tener en cuenta que esto está muy reciente y que lo peor aún no ha pasado. Quedan las preguntas y las respuestas, dar las explicaciones oportunas y toda esta parafernalia que siempre acompaña a los sucesos bruscos e inesperados. Más me valía haber estado callada, si es que no puedo ser tan bocazas aunque sólo sea por amor a la verdad y la sinceridad. Por lo menos debería aprender a utilizar unas expresiones adornadas por el tacto y no un lenguaje tan claro y directo, que hace que mi interlocutor se quede perplejo y sin saber dónde meterse. Soy lo peor que hay, lo sé... ¿para qué negar algo tan obvio?

Aurora.


miércoles, 9 de febrero de 2011

Neura



Neura. Eso es lo que todo el mundo cree que me ha dado, una maldita neura por la cual de repente no soporto a un compañero. Y no se trata de un compañero cualquiera, se trata de uno con el que hasta ahora he tenido bastante relación y con el que he coincidido en múltiples quedadas. ¿Qué me pasa realmente con él? Ojalá lo supiera. No me es nada fácil tener que verle cada día y fingir una amable sonrisa cada vez que nos cruzamos. Al final me va a terminar notando rara con él y eso sería mi perdición, ¿qué le diría? Un: "Mira chico, antes me caías genial pero un día me levanté y sin saber por qué me empezaste a caer cada vez peor. Tú no me has hecho nada para que las cosas ahora sean así, simplemente ha pasado." ¡¡¡Por favor!!! Suena a excusa barata y lo triste es que es la verdad. Como dice una chica de mi clase, no es más que una absurda neura que me ha dado. Quién sabe si la semana próxima las aguas volverán a su cauce o si este sentimiento es permanente. Sinceramente, espero averiguar pronto qué me pasa con él para solucionarlo porque, aunque actualmente nuestro trato se ha enfríado seriamente, yo no voy a dejar de quedar con el resto de la clase porque esté él, y esta situación no me es nada fácil de sobrellevar sin contar lo incómodo que me resulta tener que andar disimulando ante un gran número de personas. No es cuestión del "qué dirán", es sólo que en algún momento de nuestras vidas se acercará para saber que es lo que pasó, por qué de repente le dejé de hablar sin motivo aparente. Pues bien, no tengo respuestas. Y decir que "simplemente pasó" es tan inverosímil que hasta a mí misma me hace daño al oído. Sé que hay alguna razón oculta, algo que aún no sé lo que es. No se empieza a sentir una fuerte aversión por un colega de la noche a la mañana porque sí. Tiene que haber algo. Estoy segura de que tengo millones de indicios deseosos de revelarme el secreto ante mis ojos, pero que una peculiar ceguera me impide verlos. Necesito saber qué ha pasado, por qué ha ocurrido todo esto y qué puedo hacer para remediarlo. Ahora mismo este chico es el menor de mis problemas, lo que no quiero es que me ocurra esto mismo con mis amigas y amigos porque me dolería mucho odiarles sin motivo pero no poder hacer nada para evitarlo. No paro de darle vueltas a la cabeza pensando en todo esto. ¿Qué me está pasando con todo el mundo?

Aurora.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Sensaciones no tan nuevas



Después de pasar un amargo fin de semana, bañado en lágrimas nacidas de lo más hondo de mi corazón y fruto de este miedo atroz que paraliza cualquier pensamiento racional, ha llegado una semana que empieza de una forma dulce y mágica que me sigue haciendo reflexionar. Hace unos días, confesé a una buena amiga (ahora lo sé) mi secreto deseo de sentar la cabeza y encontrar por fin a una personita especial que me hiciese centrarme de verdad. Ella se alegró sinceramente de mi resolución y en seguida me puso en contacto con un amigo suyo que tenía el mismo deseo que yo. El fin de semana intenté mantener algún indicio de conversación con él, todo fallido debido a que mi estado anímico no era el adecuado. Pero cuando me dejé de tonterías y volví a pensar con claridad sin estúpidas ideas obnubilando mi mente pudimos tener una charla de lo más especial. Me di cuenta que ese chico al que apenas conocía me empezaba a gustar, y no de la forma que me gustan muchos otros que no son más que caprichos del momento que en unas semanas se me olvidan, ese chico entraba pisando fuerte ya desde el principio. Quizá influye el hecho de que mi amiga supo vendérmelo increíblemente bien, dejándome con muchas ganas de conocer más de él por mi misma. Por lo visto a él le pasó algo similar conmigo. Desde que mantuvimos esta conversación siento una ilusión que creía marchita, hablar con él me hace sentir realmente bien... y no sé cómo reaccionar ante esto porque son sensaciones que hacía tanto tiempo que no sentía que es como si me hubiese olvidado de lo que viene a contiuación. Sé que ya no tengo 14 años y que esto lo debería tener bajo control, porque a lo largo de los años lo he vivido varias veces pero esta vez tengo la corazonada de que va a ser diferente. Si esto, sea lo que sea que vayamos a tener, sale bien tengo el presentimiento que será más especial que ninguna otra vez que me haya pasado. ¿Sabéis por qué? Yo ya no soy una adolescente insensata, los años me han dado experiencias que hace tiempo no tenía y las conclusiones que he sacado de ellas, inevitablemente me han hecho madurar. Ahora tengo más claro lo que me gusta y lo que no, qué podría tolerar y cuáles son las cosas por las que me niego a pasar, ahora tengo más claro lo que busco y espero de la vida y de una relación. Todo esto me hace pensar mucho antes de embarcarme en una nueva historia, pero también hay veces en la vida que es necesario dejar de pensar para dejarse llevar y tener libertad para hacer locuras, para sentir, para ilusionarse... Este es mi momento. Tengo muchas ganas de saber más cosas de él, de irle conociendo poco a poco, de ver el mundo a su lado aunque eso signifique cambiar rutinas... Llevo mucho tiempo en el que me planteo demasiado las cosas, esta vez voy a dejar de pensar para empezar a experimentar, en esta vida es necesario que los sentimientos fluyan como la corriente de los ríos. No más excederse en el pensar, por ahora no más, es tiempo de sentir y ver a dónde conduce todo esto. Es tiempo de liberar al corazón de su prisión y dar vacaciones a la mente. Seamos libres y vivamos.

Aurora.