viernes, 10 de febrero de 2017

Conciencia social


Queridos lectores, esta semana ha sido fantástica. Dura, agotadora y llena de momentos muy intensos; estas prácticas me están enseñando mucho de calidad humana y algo de docencia. 

Esta semana se han cancelado las clases para trabajar con los alumnos temas tan importantes como la desigualdad, la falta de recursos de muchas personas (no solo de países pobres, sino también realidades del día a día en nuestra propia ciudad), el consumo abusivo de agua y luz, la soledad...

Me han dado la oportunidad de acompañar a varios grupos de alumnos a salidas y talleres en los que tratamos de concienciarles de cómo es la vida más allá de la comodidad de sus hogares. Hemos trabajado con ancianos en asilos, refugiados, gente sin hogar, ONG's con proyectos en marcha de construcción de pozos en países africanos, personas discapacitadas y muchos más. Obviamente, a mí me han asignado unos pocos proyectos, aunque me hubiera gustado poder retroceder en el tiempo para asistir a todos.

Está muy bien estar sanos y tener un hogar al que volver en las duras noches de invierno con una familia que nos quiere, pero es importante que conozcan de primera mano que no todo el mundo es tan afortunado. Por suerte, contamos con un amplio número de alumnos que se han mostrado dispuestos a volver a los asilos, a trabajar con refugiados y gente sin hogar, a colaborar con las ONG, etc. en calidad de voluntarios. 

Como docente en ciernes, me siento muy orgullosa de su entereza y sus reacciones al conocer la realidad de la cara oculta de la sociedad. La televisión nos vende -o lo intenta- que la gente que necesita ayuda es únicamente la que vive en África, Asia o Hispanoamérica, pero ¿qué pasa con los que viven aquí? ¿No hay lugar para ellos? No hablo de nacionalidades, hablo de personas que viven en la calle, de ancianos abandonados en asilos y de familias enteras intentando sobrevivir sin recursos.

La iniciativa de este colegio de mostrar a los alumnos desde muy pequeños (11-12 años) lo que pasa en el mundo me parece importantísima. La labor de todos los que forman parte de este proyecto, contactando con infinidad de asociaciones y buscando actividades variadas para que ningún alumno se quede sin participar, no se paga con dinero. 

Ojalá más colegios intentaran educar en valores y calidad humana, en vez de darle tanta importancia a unas materias que olvidarán pronto. Unos días del curso son suficientes para lograr este objetivo, no creo que esté proponiendo algo imposible.

Espero que tengáis la oportunidad de vivir algo tan intenso o el interés por buscar esta experiencia,

Aurora.

martes, 31 de enero de 2017

Ocupada y feliz


Queridos lectores, ni por un momento penséis que me olvido de vosotros, pero el Máster me tiene verdaderamente ocupada. Casi no tengo tiempo de salir de casa para ver a mis amigos o, incluso, a Philip.

Han sido unos meses muy duros, de mucho estudio y miles de trabajos para hacer de un día para otro. Es caótico y está muy desorganizado, pero me gusta tanto y me siento tan plena que todo el estrés por una mala gestión docente desaparece con prontitud.

En Navidad podría haber escrito algo, como de la desafortunada escapada al norte -sí, otra vez al norte, es una droga- en la que salimos tarifados con una amiga del dueño de la casa (qué tía más tonta, no merece una entrada para ella sola, pero queda por encima en el ranking de viles ignorantes), pero preferí desconectar. Lo necesitaba.

Ahora estoy de prácticas y pensaba de verdad que tendría más tiempo, que serían tan flojas como las del año pasado, ¡qué equivocada estaba! Trabajo muchísimo en algo que me gusta y me veo en esta profesión por el resto de mis días. Casi me da pena que se vaya a terminar el plazo tan pronto, no quiero volver a las clases y su desorganización. 

Intentaré conectarme más a menudo para dejaros mis ideas, mis historias o un vago hilo de pensamiento.

Ánimo a todos,

Aurora.