viernes, 7 de octubre de 2011

Más que idolatría



Cansada de escribir siempre sobre lo dura que llega a ser la vida me dispongo a contaros ahora lo que pasó hace 3 años en una concurrida plaza de una gran ciudad.
Lunes era. No vivía con mis padres en esa época, lo hacía con mis abuelos maternos -de los que nunca he hablado en el blog- por razones que no vienen al caso. Llegué a casa después de un duro día en el instituto, lo recuerdo bien. Mi tía vino muy alegre y me dijo: "Los chicos de la tele están aquí, firman discos en la plaza". Escueto mensaje pero la entendí a la perfección.
Hablaba de ELLOS, esos chicos que podían hipnotizarme durante horas frente al televisor, esos cuyas canciones empezaban a grabarse muy dentro de mi ser. Tardé apenas unos minutos en comer, cambiarme de ropa y salir escopetada a aquella plaza. Fui sola, pero no me importó, os habréis dado cuenta que estoy acostumbradísima a lidiar con todo sin ayuda, ya sea positivo o negativo.
En la cola conocí a una chica muy simpática y en seguida empezamos a hablar -aún hoy mantenemos el contacto a pesar de que no es de mi ciudad-, pasamos unas tres o cuatro horas en las que conocimos a muchísima más gente. Me sentía en mi sitio, rodeada de unas 5000 personas que sentían lo mismo que yo. Ese día fue el comienzo de un voraz fanatismo que sigo sintiendo a día de hoy.
Y llegó el momento en el que ELLOS hicieron su triunfal aparición, y la ciudad entera temblaba bajo el griterío que allí se concentró. Si cierro los ojos puedo volver a sentirlo, a oírlo, a vivirlo... Esa fue la primera vez que vi a Muso, y a partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo para mi.
Han pasado 3 largos años, nadie lo duda, 3 años desde que me quedé a escasos metros de poder abrazarles, de tenerles tan cerca que fuesen capaces de oír los latidos de mi desbocado corazón. Desde ese día no he vuelto a tener oportunidad igual, salvo aquella vez (11-noviembre-2009) que Muso me cogió la mano y me sonrió y cuando al día siguiente me reconoció en un plató de televisión. Imposible olvidar esos instantes que me colmaron de felicidad.
Sé que Muso vuelve pronto a mi ciudad y una vez más no podré ir a su encuentro, la desazón que siento nadie es capaz de imaginarla.

Aurora.

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