sábado, 22 de enero de 2011

Echar de menos



¿Qué sabrás tú, vil ignorante, de a quién echo o dejo de echar de menos en mi vida? Porque tú no eres NADIE para mí ni yo lo soy para ti como para venir a juzgar lo que yo siento y por quién lo siento. No dudemos que es posible que en otro tiempo me importaras, pero eso ya pasó, terminó, es cosa del pasado y nada más. Dejemos cada cosa en su lugar. Por eso me jode que leas mis comentarios y me vengas con pullitas sobre que no crees que pueda echar de menos a ciertas personas, ¿alguna razón en especial?
Que las condiciones sean tan distintas a como eran antes no implica que no pueda seguir extrañando a gente que significó más en mi vida de lo que jamás te podrás hacer a la idea. ¿Qué le vamos a hacer? Tu mente cerrada y cuadriculada no te deja ver más allá de tu propio egocentrismo. Todos sabemos que para ti lo único realmente verdadero es lo que tú misma sientes, el resto del mundo te da lo mismo, crees que no necesitas la empatía teniendo como mejor aliada tu vomitiva prepotencia. Sigue así y saborearás la soledad más amarga de todas, aunque pensándolo bien tu querida amiga Prepotencia y tu querido amigo Egocentrismo te harán compañía. Disfrútala.
Así quizá te des cuenta que a veces la gente echa de menos a gente que en ningún caso se lo merece, pero la vida es así de cruel. ¿A dónde lleva todo esto? A decirte que eres lo peor y que me das asco. Y lo más triste de todo es que hay días en los que me vence una melancolía agonizante de esas que se te clavan en el pecho y sólo puedes estremecerte en cada punzada directa al corazón. ¿Sabes por qué es? ¡Tú que vas a saber, vil ignorante! Es porque lo más triste de todo es que hay momentos en los que te echo de menos, sí, a ti.
Que esta gran repulsión que siento hacia tu persona no impide que no recuerde todos esos momentos increíbles, inolvidables, mágicos, locos... porque aunque me cueste admitirlo, nuestra amistad fue muy intensa y en muy poco tiempo vivimos un millón de cosas.
Más que a ti, lo que echo de menos son esos momentos. Porque tú eres un caso perdido, la bala errante que se perdió en el tiroteo. Cambiaste, lo respeto, yo también cambié. Tú te convertiste en esa clase de mujeres dignas de ser repudiadas mientras que yo simplemente me adapté a las oportunidades que mi nueva vida me ofrecía.
Tú a lo tuyo y yo a lo mío. Caminos que en un momento se unieron para luego separarse de nuevo. A veces te echo de menos, ¿y qué? Será por poco tiempo porque voy conociendo a gente que de verdad merece la oportunidad de dejarles pasar a mi vida. Puede que por desgracia tú aún tengas la capacidad de asomarte al umbral de esa puerta para ti ya infranqueable. Tienes medio cuerpo fuera ya. Antes de lo que te puedas imaginar te daré esa patada que te eche para siempre, sin vuelta atrás. Y sólo entonces un "te echo de menos" se convertirá en un "te echo de menos". Y todos felices. Tú sin motivos de burla y yo sin la carga que me supone no darte esa patada.
Si por algún casual la vil ignorante a la que va dedicado esto lo lee y sabe que va por ella ME ALEGRARÉ. Porque de una forma u otra delatarás que sabes lo que pienso de ti. Atrévete a responderme, vil ignorante.

Aurora.


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